LA AVENTURA DE TENER UN PERRO EN CASA CAPITULOS VII VIII Y IX
LA AVENTURA DE TENER UN PERRO EN CASA
Novela de Marcos Mendoza
CPITULO VII
Preparando la casa para los bebés
En los meses
que había pasado sin Linda yo me había informado mucho sobre perros, y por
tanto, había hecho algunos buenos amigos en el mundo del adiestramiento canino
y su psicología.
Recurrí a
todas mis fuentes para informarme a fondo sobre cómo traer al mundo a esos
bebés, preparando el paritorio —la estancia donde ella daría a luz— en la casa
y disponiendo los cuencos donde irían comida y agua en abundancia.
Entre tanto,
me aseguré de hacer que Linda se sintiera bienvenida y a salvo de nuevo en
casa. La lavé y alimenté debidamente, por ella y por sus cachorros.
En seguida
quiso volver a sus antiguas costumbres. Quería comer cuando le apetecía, hacer sus
cosas donde quisiera y mordisquear mis zapatos como había hecho antes de su
escapada.
Pero yo ya no era el mismo, no. Y a partir de
que volvió a mi vida comencé a indicarle cómo debía portarse, qué cosas no
podía hacer y cuáles eran correctas.
Lo primero
que hice fue enseñarle a responder cuando la llamara. Con el método adecuado
—orden y recompensa— descubrí que Linda no solo era alegre y enérgica, sino que
también era muy, muy inteligente… Bien, eso ya lo sabía, por el modo en que me
manipulaba la muy pícara, pero era más que eso. Quería aprender, y lo hizo.
Aprendió a venir cuando la llamaba con solo tres intentos. Al tercer día ya
venía sin dilación en cualquier parte de la casa.
Es algo que he visto que pasa a muchos
propietarios: no son conscientes del increíble intelecto de sus perros. Los
caninos son muy inteligentes, pero nosotros, como humanos, veces no sabemos
encontrar ese intelecto y aprovecharlo para enseñarles. Pero gracias a mi
investigación lo conseguí. En el transcurso de las siguientes semanas, mientras
avanzaba su embarazo, también avanzó su adiestramiento.
Dejó de
tirar de la correa durante el paseo, aprendió a esperar su hora de comer y
dónde podía hacer sus necesidades, dejó de morder mis zapatos para dedicarse a
roer sus juguetes especiales. Es cierto, amigo mío: educar a tu perro te
acercará a él mucho más que dejar que haga su voluntad y te enfade. Doy fe de
ello.
CAPITULO
VIII
Los cinco
Cachorros
Linda tuvo
cinco pequeñas maravillas peluditas. Encontré en mis manos cinco cachorritos
adorables, torpes y diminutos, y una madre orgullosa y sana. Todo había salido
bien, Linda se ocupaba de sus crías, y yo me ocupaba de ella. Apalabré la
adopción de cuatro de los bebés, pero como es natural no di a los cachorros de
inmediato.
Tenían que
destetarse primero, algo que muchas personas que han tenido crías imprevistas
no saben —si vas a adquirir un perro, regalado, adoptado o comprado, asegúrate
de que tenga la edad suficiente para haberse destetado completamente—. También
debía ocuparme de sus primeros pasos en la educación… dicho de otro modo, debía
socializarlos y enseñarles algunas normas básicas de convivencia.
Fue muy divertido, y un gran reto para mí.
Había aprendido mucho en la ausencia de Linda, y después me había ocupado de
enseñarle cosas a ella, pero seguir haciéndolo al mismo tiempo que otros cinco
perritos incapaces de concentrarse… ¡oh, eso fue increíble! Difícil, sin duda…
pero muy satisfactorio. De modo que cuando los cachorros abandonaron mi casa
uno a uno, todos a manos de personas correctas a las que conocía y en las que
confiaba, ya sabían relacionarse con otros animales de compañía —perros, gatos
y aves domésticas— y personas de todas las edades, no se asustaban ante ruidos
fuertes, se dejaban bañar —y les gustaba, algo muy importante—y sabían
sentarse, esperar la comida y hacer sus necesidades en un lugar concreto.
Lo demás, no
obstante, sería tarea de los dueños. Yo me quedé con la orgullosa madre, Linda,
y con el más pequeño de los cachorros, Thor, que siempre estaba entre mis pies.
De los demás tuve que despedirme.
CAPITULO IX
Querido amigo, me has acompañado en este viaje
interior sobre la vida de mi Linda y lo que supuso para mí. Has visto cómo
empezó mi relación con los perros —como la tuya o la de cualquiera—, y las
consecuencias de mi ignorancia. La razón por la que escribo y vendo mis libros
sobre adiestramiento canino y trucos para educar perros es esta. No quiero que
nadie pase por la pérdida de un perro, ni por la frustración de no lograr que
se comporte debidamente. Los caninos son grandes amigos y miembros de la
familia, pero para que en esa familia haya paz, se necesita saber cómo
conseguirla, ¿no te parece? Después de todo, Linda se convirtió en una perrita
ejemplar.
Pasó una vida buena, plena y feliz, como debe ser, y el conocimiento
que intento transmitirte a ti y a otros como tú fue lo que lo consiguió.
Ahora mi
Linda ya pasó a mejor vida, pero todavía tengo a Thor, y tengo la seguridad de
que las experiencias que vivimos juntos ayudan a muchísimas otras personas a
mejorar su relación con sus perros. Y eso es todo. Con esto, querido amigo,
acaban los episodios de mi vida con Linda. La conoces y sabes lo que significó
para mí. Ahora es hora de que utilices mi historia en tu beneficio, y antes de
que sea tarde y ocurra una desgracia, ayudes a tu perro a dar lo mejor de sí.
FIN!!!!
Gracias profe por tan linda historia
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEl educador canino es el que le enseña a tu mascota cómo comportarse en sociedad. Y por último tenemos la figura del etólogo, que es un estudioso del comportamiento animal. Educar a un perro es enseñarle a integrarse y convivir en un grupo social
ResponderEliminarMe encantan los cachorros yo realice acá https://cursoauxiliarveterinaria.net/curso-auxiliar-veterinaria-a-distancia.html el auxiliar de veterinaria y ademas de ayudar con la sujeción de los animales durante los exámenes o tratamientos, me encanto todo.
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