LA AVENTURA DE TENER UN PERRO EN CASA CAP, III, IV Y V

       
LA AVENTURA DE TENER UN PERRO EN CASA 
(Novela de Marcos Mendoza) 

        CAPITULO III
ACOSTUMBRARSE A CASA




Los primeros días que Linda pasó en mi casa fueron difíciles, pero también muy divertidos y tiernos. Era un animal muy inteligente… ¡y tanto! Pronto Linda aprendió muchas cosas. Por desgracia, ninguna de ellas fue útil en lo más mínimo… al menos para la sana convivencia entre hombre y perro.
 La lista y picarona perrita aprendió que si lloraba lo suficiente por la noche, acabaría durmiendo conmigo, dejando de usar muy pronto la camita que le había comprado mi mamá con tanto amor. Aprendió a hacer sus necesidades en lugares específicos… como en la ducha o debajo de la cama. Aprendió a pedir su comida cuando le apetecía, para luego no comerse las croquetas que le daba.
 Podría decirse que… ¡fue ella la que me adiestró a mí! ¿Puedes creerlo? Ahora que conozco mucho más de la psicología canina sé que Linda llegó a mi vida para ponerla patas arriba. Se hizo el ama y señora de mi casa, y en lugar de ser ella mi perrita, yo era su humano tonto.
¡Cuántas personas he conocido desde entonces con el mismo problema! ¿Cómo vas a negarle nada a ese animalito de ojos brillantes que mueve la cola cuando te ve, que te salta encima de puro contento, que te sigue a todas partes y quiere tu compañía y tu amor más que ninguna otra cosa? Así era mi Linda. Eres un ser humano y amas a los perros. Por tanto, te resulta muy difícil resistirte a los evidentes encantos de estos animales de cuatro patas. A mí me pasó, puedes creerme. Da igual que dé problemas.
Da lo mismo que no obedezca órdenes, que no venga cuando lo llamas a no ser que vea comida en tu mano. Da igual que haga sus cosas por todas partes o en los rincones más inaccesibles, que ladre a deshora o —lo que para mí se convirtió en la peor parte de su comportamiento— que tire de la correa. Pero por ahora quiero que sepas, quiero que entiendas, que pasara lo que pasara yo adoraba a mi Linda, valoraba su compañía más de lo que me molestaban sus malos comportamientos.
Sé que lo entiendes: sé que muchas personas con perros van a leer esto y lo van a entender. En el momento de la verdad, si amas a los perros, todo mal comportamiento es un mal menor en comparación con el amor que un perro te devuelve, ¿no te parece?

ACTIVIDAD

En el cuaderno de español contestar:

1-¿Qué opinas de la actitud de Marcos en este capitulo?
2- Hacer un dibujo  relacionado con el texto.         

CAPITULO IV

LA MALDICIÓN DE LA CORREA


El mismo día en que Linda tuvo, según su veterinario, los cuatro meses y todas las vacunas al día, compré collar y correa. Me vendieron los más idóneos para una perrita de su tamaño y edad… o eso fue lo que me dijeron.
 Lo cierto es que me timaron, ahora lo sé. No son necesarias esas correas carísimas y esos collares con brillantitos. De hecho, lo más simple a veces es lo más efectivo. Ni collares de ahorque ni de pinchos ni nada, una sencilla banda de cuero, no demasiado apretada, y todo listo.
Pero yo era un novato, como tantos otros, y compré todo lo que me ofrecieran, incluso otros más grandes para cuando mi cachorrita creciera. - Así que ahí estaba yo, llegando a casa y llamando a mi Linda como si fuera un bebé. «¡Mira, Linda, mira qué tengo para ti, mira qué bien!», canturreaba.
Te imaginarás. Ella vino corriendo, pensando que era un juguete, pero en cuanto se lo puse al cuello dejó de parecerle tan bien, así que lloriqueó y se retorció, y yo rápidamente se lo quité diciéndole que no pasaba nada. Es decir, dejé que se saliera con la suya… otra vez.
¿No es gracioso cómo los perros pueden llegar a hacer lo que quieren con nosotros, los humanos? La verdad es que aquel día se implantó una dinámica que se repetiría cada vez que quise ponerle la correa a Linda: ella veía aquel instrumento y echaba a correr, se escondía, se retorcía y lloraba cuando la cogía.
 Eso sí: al final logré colocarle el collar y atarla bien, y en cuanto la puerta de la casa se abrió, dejó de tener miedo o molestias y echó a correr. - Pues sí. Mi Linda, con cuatro meses —y algunos días más, para aquel entonces, porque me costó mucho armarme del valor suficiente para dejarla con el collar puesto— y muy parecida a una diminuta bola de pelo, vio la calle y se lanzó a ella con la fuerza de un tornado.
¡Y qué fuerza! Quién me iba a decir que una cosita tan pequeña pudiera tirar tan fuerte de mí, llevándome de acá para allá en la calle. Porque de verdad lo hacía. Yo quería ir hacia el parque, pero Linda no: Linda tiró hacia el otro lado de la acera, en una dirección totalmente opuesta, y me guio por su cuenta hasta que llegamos al supermercado. No dejó de dar tirones como una desesperada, y cuando conseguí arrastrarla de vuelta a casa yo estaba agotado y con el hombro dolorido, mientras que ella solo quería volver a salir ahí fuera. Ah, y por si queda alguna duda: a los pocos minutos de llegar, encontré el charco de orina en el recibidor.

ACTIVIDAD
  1-¿ Por qué Marcos  afirma que era un novato?
 2- ¿ Alguna vez te sucedió con tu mascota algo parecido al primer paseo de Marcos con Linda?  
3- Dibuja lo que te pareció más gracioso de este capitulo.


 CAPITULO V 

EL DÍA EN QUE LA PERDÍ

 Linda creció, y se convirtió en una perrita encantadora, llena de alegría y energía. Cada día era una aventura con ella, aunque también diera algunos problemas. Era muy caprichosa y juguetona, y nunca se cansaba… al menos, no antes que yo.

Recuerdo muy bien aquel día en que todo cambió para mí. Ella tenía dos años, pero todavía se comportaba como si tuviera siete meses y viera el mundo por vez primera. Yo volví cansado del trabajo, y ella estaba en casa para recibirme, saltarme encima, intentando lamerme la cara. «Ya, ya, calma», le dije, intentando apartarla, porque en verdad estaba agotado. Pero por agotado que estés, bien, un perro tiene necesidades.

La casa estaba milagrosamente limpia, solo un charco de orina junto al sofá, y pensé que si se estaba aguantando hasta que yo llegara bien merecía un premio, ¿no? Como un buen paseo. Qué estupidez, ¿no te parece? Un paseo no es un premio: es una necesidad. Es una obligación del dueño proveerle de paseos y ejercicio a su perro. Pero yo no lo sabía, como no lo saben la mayoría de los propietarios. Así que, bueno, como se había portado «bien» —lo que significa «menos destrozos que normalmente»—, le puse la correa, a lo que ella respondió ya no con el miedo y la incomodidad iniciales, sino con alegría y entusiasmo.

No habíamos salido de la casa y ya comenzó a dar tirones hacia la puerta, intentando salir a toda prisa. Yo tiraba hacia atrás y decía «no, Linda, hoy no, hoy tranquila». Evidentemente no me hizo ningún caso. No sé lo que lo provoco  no recuerdo si fue un gato un chico en una bicicleta, o el  estallido del motor de un coche. Quizá no fue nada de eso, quizá solo fue un olor apetecible, quién sabe. Solo sé que de pronto Linda dio un tirón tan fuerte que su correa se me escapó de la mano, y echó a correr.

Fui tras ella llamándola a viva voz, pero giró por una esquina sin hacerme caso —nunca había aprendido a venir cuando la llamaba—, y para cuando llegué allí ya… bueno. Linda ya no estaba. La busqué la mayor parte de la noche, llamando aunque sabía que no me haría caso, porque nunca lo había hecho. En los días siguientes seguí buscándola, hice carteles, pregunté en la perrera a diario, a vecinos y a completos desconocidos. Linda no apareció. Ese fue el punto de inflexión para mí. Podría haber dicho que la culpa era de Linda por escaparse, pero no me engañé tanto. Era toda mía. No le supe enseñar a obedecer, a escuchar, a hacer las cosas que yo sabía que serían buenas para ella. No supe cuidar de mi perrita, y al final sucedió un accidente: que desapareció. Y entonces empecé a investigar sobre perros, sobre su mente y su aprendizaje. No pensaba que recuperaría a mi Linda, pero al menos jamás volvería a cometer esos errores: si algún día tenía otro perro me aseguraría de enseñarle todo lo que un perro debe saber, y lo cuidaría como debí haber cuidado a Linda
   
  ACTIVIDAD
1- Que acontecimientos no te gustaron de este capítulo y por qué?

Comentarios

  1. Hola empece hace poco con el curso de nutrición y dietética veterinaria en esta web https://1cursos.com/f-curso-de-nutricion-y-dietetica-veterinaria y con su blog creo que tienen la guía completa para veterinarios y cómo pueden beneficiar la salud de su mascota

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